Adicción: ¿Por qué bebe si sabe que no le hace bien?

En el tratamiento de una adicción, una de las consultas que con mayor frecuencia se hace a sí misma un familiar de aquella persona que abusa del alcohol, es ¿por qué  bebe  si sabe que el hacerlo le hace mal?, ¿por qué no lo deja si ya le ha generado tantos problemas?.

Muchos se han preguntan lo mismo, muchos han escrito incluso sobre ello:

–¿Por qué bebes? –le preguntó el Principito.

–Para olvidar –respondió el bebedor.

–¿Para olvidar qué? –inquirió el Principito, que ya lo compadecía.

–Para olvidar que me da vergüenza –confesó el bebedor, bajando la cabeza.

–¿Vergüenza de qué? –se informó el Principito, que deseaba socorrerlo.

–¡Vergüenza de beber! –concluyó el bebedor, encerrándose definitivamente en el silencio.

(El Principito, de Antoine de Saint–Exupéry

Del libro Droga y Alcohol. Enfermedad de los Sentimientos, del Dr. Raúl Schilkrut podemos concluir que una droga como lo es la cocaína u otra sustancia adictiva como el alcohol o la marihuana, ataca directamente a los sentimientos, las emociones, los afectos; éste es su efecto fundamental.

La imagen que se tiene de un consumidor es la de un ser que lo está pasando muy bien a expensas de la familia y que en su vida abundan la farra, el jolgorio y las fiestas.

La verdad es otra.

Paralelamente al consumo se va desarrollando en él un compromiso emocional masivo. Se trata de una persona que acumula agobiantes dolores personales y que no pocas veces roza la muerte.

Al comienzo, la droga y el alcohol producen más bien estados eufóricos, pero después su influencia cambia radicalmente:

Tanto o más importante que la cantidad o el tiempo que una persona bebe alcohol o toma pastillas, fuma marihuana o inhala cocaína es que ese consumo le va provocando una verdadera anestesia de los sentimientos.

Cuando ocurre una adicción, hay un compromiso que se genera por la vía química.

Sin embargo todas las sustancias adictivas tienen propiedades anestésicas ( de ahí surge el que la familia les vea como apáticos, retraídos, distantes e indolentes con las cosas que ocurren a su alrededor).

Por otro lado la adicción a cualquier sustancia química produce un deterioro psicológico de envergadura.

Estos fenómenos propios de quienes sufren de esta enfermedad tan compleja es lo que explica los conflictos familiares que suelen tener; lo mal que se sienten y las contradicciones éticas en las que caen.

Por ello, gran parte del tratamiento que se realiza a aquellas personas que enferman de adicción, se destina a recuperar la autoestima de ésta y en general su capacidad de volver a vibrar, amar, de reconocer el bien y el mal. Algo que en el transcurso de la enfermedad pareciera haber olvidado.

Lee más sobre este tema en el libro de Dr Raúl Schilkrut.

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