Testimonio: Pese a ser médico me costó entender que ésta era una enfermedad.

Tuve una infancia tranquila y feliz, era buen estudiante. A los 18 años de edad había logrado todo lo que me había propuesto, partir con la carrera de medicina en la U de Chile, sería el primer médico de la familia, todos estaban orgullosos.

 

Me dediqué plenamente a sacar mi carrera, nunca usé ningún tipo de sustancia. El alcohol no era un tema. Lo comenzó a ser recién al inicio de mi carrera de cirujano, en un ambiente donde el consumo está directamente relacionado con los compromisos sociales, con los hitos propios de la carrera.

 

Sin siquiera advertirlo, el aumento de alcohol se fue instalando en varias rutinas de mi vida, en la prolifera vida social que tenía en una ciudad en el sur donde me había instalado con mi señora. Mi carrera era prominente y cada vez iba adquiriendo mayores responsabilidades.

 

Comencé a dedicarle más tiempo a la docencia universitaria y al trabajo que a mi familia. Me había alejado de mis hijos justo en la etapa más linda.

Junto con el traslado a Santiago nacieron mis dos hijos y terminé mi especialidad.

 

 “Me costó dejar el delantal blanco para ser paciente. Como médico puedes ver la enfermedad en otros, pero no en ti, el hecho de tener algún bagaje de conocimiento te inmuniza. 

 

A mediad que aumentaba la carga laboral también lo hacía la dificultad para conciliar el sueño. Comencé a tomar zolpidem, que causaba un mejor efecto combinado con una copa de vino. El aumento progresivo del consumo se veía en la compra mensual de vino y otros licores. Compraba vodka en botellas pequeñas y las escondía en diferentes lugares para beber de noche, solo y así bajar la angustia, el sentimiento de culpa.

 

Justificaba todo, eso de auto tratarme era un tremendo error.

La historia completa de Iván, puedes revisarla acá: schilkrut/testimonios

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