La familia, un factor de protección para los adolescentes
Es frecuente escuchar en reunión de apoderados de adolescentes, sobre todo de 8º año hacia arriba, el temor generalizado de los padres que sus hijos se vean involucrados en algún tipo de riesgo o se relacionen con drogas como la marihuana o el alcohol.
Incluso algunos piensan erradamente que si los autorizan a beber alcohol de baja graduación como la cerveza, están “educándolos” para que sepan tomar a futuro o que al darles libertad de acción respecto a esto y al cigarrillo, lo harán menos. Craso error.
Tal y como se ha señalado el Dr Raúl Schilkrut en su libro Alcohol y Drogas. Enfermedad de los Sentimientos, el cerebro de los adolescentes no está preparado para el consumo de alcohol, ya que su corteza pre-forntal , es decir allí dónde se controlan los impulsos, aún no está desarrollada.
Frente a la preocupación de muchos papás, hay colegios que abordan el tema de prevención abriendo espacios de conversación con los alumnos en consejo de curso, orientación o incluso realizan charlas dirigidas a los padres y apoderados en jornadas extraordinarias.
Pese a lo importante de la temática, hay muchas de estas jornadas que lamentablemente cuentan con una baja participación de la comunidad, la razones son variadas, que el horario, que el trabajo, que no hay quién cuide a los niños. Lo cierto es que evitarlas es perderse una buena oportunidad de aprender a manejar situaciones que pueden ser complejas sobre todo cuando se tiene un adolescente en casa.
El cuidado empieza por casa
Si bien la tarea de prevenir es algo que involucra a varios actores, los estudios internacionales y algunos realizados en nuestro país, con adolescentes chilenos, avalan la frase que dice ” el cuidado empieza por casa” y esto debido a que la familia juega un rol fundamental en la prevención frente a al consumo de drogas.
Este rol de Cuidado y Protección familiar tiene varias factores que iremos revisando en el desarrollo de este blog, pero iniciaremos con un aspecto relevante: INVOLUCRARSE.
Es primordiales que los padres o adultos responsables del adolescentes se INVOLUCREN, y se COMPROMETAN en la relación. Porque aunque parezca de perogrullo, hay algunos que dicen comprometerse pero eso no ocurre en la práctica, es como si hubiese padres que no hicieran la tarea.
Para muchos adultos la buena intención existe, pero les gana el tiempo o el cansancio de la semana laboral para dedicarles un espacio de conversación, para escuchar sus historias, sus ideas o intereses. O simplemente para ver una película junto a su hijo o hija.
Dedicar tiempo es una clara señal de compromiso. Puede que realmente el tiempo del que se disponga sea breve, pero puede ser muy efectivo y ayuda a estrechar el vínculo, la confianza y la conversación abierta.
Ir por él o ella a la junta nocturna que tiene con los amigos en vez de que se venga en un taxi, es siempre más valorado y aunque nos cueste por horarios y cansancio, hay allí un espacio para conversar y ponerse al corriente de lo que está viviendo su hijo o hija.
Hay varias cosas que podemos poner en práctica para que ellos sientan que estamos involucrados y comprometidos. Incluso aquellas que parezcan menos relevantes como asistir a las reuniones de apoderados o a los encuentros en colegios.
Muy interesante la perspectiva del abordaje familiar. Es necesario para los jóvenes contar con un núcleo de apoyo “incondicional” para que salgan adelante en sus problemáticas.